Publicado: 27/05/2015 - Actualizado: 11/11/2020
Autor: Mire Reyes
Hacer dieta supone un sacrificio para muchas personas. Ninguno de nosotros, incluyéndome, vemos a una dieta libre de sacrificios. Todos extrañamos ese caramelo, ese panecillo, ese chocolate, o dulce que nos hace daño, ¡Sí! Nos hace daño, y aun así, nos resistimos a dejarlo, a veces incluso cuando el médico nos dice que ya nos ha provocado alguna enfermedad.
Algunos pacientes incluso parecen ver al médico o nutricionista como un castigo, en lugar de alguien que los ayude a buscar una mejor salud, la única parte que los reconforta es el hecho de verse mejor, de poder usar la ropa que ya no les queda.
Es decir, hay personas que piensan que la comida puede quizás hacernos mal, pero no estamos dispuestas a dejarla, a menos que busquen un beneficio más allá de la salud, como nuestra apariencia.
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Hacer dieta sólo para verse más delgado
En más de alguna ocasión los pacientes me han comentado que no les importa si sólo ingieren líquidos todo el día con tal de adelgazar y que sean sólo unos días para poder volver a comer de todo.
Y es verdad, ¿cuántos de nosotros hemos hecho dieta para sentirnos mejor de salud? Muy pocos, creo que todos nos decidimos a bajar de peso cuando los kilos ya se notan o molestan, o cuando empezamos a desarrollar enfermedades relacionadas a la obesidad.
El aspecto físico es importante para hacer dieta, pero considero que es secundario. Sin duda alguna lo primero es cuidar de nuestra salud, y por añadidura, nuestro peso se reducirá.
Si cambiamos esta forma de pensar, les aseguro que hacer una dieta no será más un sacrificio sino un beneficio, y el adelgazamiento, una feliz consecuencia de nuestros cambios de hábitos.
¿Y si la comida no engordara?
En un supuesto que el exceso de comida no nos hiciera ganar peso, es muy probable que muy pocos de nosotros optaría por una dieta saludable.
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Aunque parezca terrible, creo que después de todo, engordar es algo que nos termina beneficiando, porque es un llamado de atención de nuestro cuerpo que nos indica que algo no estamos haciendo bien, y ese algo es, un desbalance en nuestra dieta y nuestros hábitos. El cuerpo es muy sabio.
Muchas veces los mismos pacientes me han dicho, que si no fuera por el peso, ellos seguirían comiendo terriblemente mal, porque los triglicéridos, el colesterol, la glucosa, “no se ve” y es fácil olvidarse de sus consecuencias.
La comida saludable sabe mal
Vemos hacer dieta como un sacrificio porque tenemos que dejar de ingerir todo aquello que nos gusta, lo dulce, las frituras, las grasas, la comida rápida. Todo eso que sabe delicioso y que nos encanta comer, pero ¿por qué es más buena la comida que hace daño?
La respuesta es, que no es así, que simplemente se trata de hábitos. Hemos acostumbrado a nuestro cuerpo a este tipo de alimentos, porque principalmente son fáciles de adquirir, ahorran tiempo, a veces también ahorran dinero.
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MAS EN NO SOLO DIETAPierde peso en pareja
Muchas veces los pacientes me han confirmado que prefieren abrir una bolsa de papas fritas que pelar un mango, porque lo segundo requiere de más tiempo. Aunque se trate sólo de una cuestión de minutos, parece ser sorprendente, pero la verdad es que el tiempo ahora es muy importante para nosotros, y estamos olvidándonos de algo verdaderamente importante que es nuestra salud.
Por otro lado, está demostrado que los sabores de las comidas chatarras son muy atractivos por diversas cuestiones. En primer lugar, tienen muchos condimentos y agentes que acentúan su sabor, como el glutamato sódico.
¿Han escuchado el eslogan “no se puede comer sólo una”? y es que no nos podemos detener porque nuestro gusto y cerebro recibe estimulación por parte de estos alimentos.
La comida chatarra nos da energía, al ser rica en calorías provenientes de carbohidratos y grasa, tienen la capacidad de hacernos sentir con energía. Pero, mucho cuidado, que este efecto no es más que momentáneo, y tan pronto terminemos de comer, desaparecerá.
Al acostumbrarnos a este tipo de alimentos a veces encontramos los sabores de los alimentos vegetales insulsos, aunque no lo sean. Nuestra lengua de hecho se acostumbra a las grandes dosis de sal y azúcar de forma que lo que es muy dulce, de pronto ya no lo es.
Sólo se requiere dejar de consumir los refrescos por al menos quince días para que al volver a probarlos, encontremos lo extremadamente dulce de su sabor. Y no, no es que hayan cambiado la fórmula, o que no estamos acostumbrados, es que en realidad, es extremadamente dulce.
Salud ante todo
Con este artículo tengo la intención de hacernos ver más allá del físico, y a darnos cuenta que perder peso no debe ser nuestra prioridad cuando elegimos una dieta saludable, sino ganar salud.
El peso es importante pero secundario. Podemos o no bajar, pero ciertamente nuestro cuerpo sanará y seguirá teniendo los beneficios de una dieta saludable.
Los invito a tener una nueva actitud, olvidarnos de las frustraciones y proponernos mejorar nuestra salud. No todo lo que deseamos o que nos hace sentir bien, es siempre bueno para nuestro organismo.
Por último quisiera mencionar que al referirme a hacer dieta, no me refiero a aquellas dietas rápidas que SÍ son un sacrificio para cualquiera, sino a una alimentación balanceada y más saludable.
Referencias
- Zafra Aparici, E., 2007. Aprender a comer: Procesos de socialización y “Trastornos del Comportamiento Alimentario”. Universitat de Barcelona.
- Carbonero-Carreño, R., 2013. Glutamato monosódico “la trampa de los alimentos sabrosos”. Trastornos de la conducta alimentaria, nº 17, 2013, pag. 1863-1876.
- Quente Mansilla, C.L., 2017. Análisis de dietas exprés sin respaldo científico. Revisión Narrativa presentada a la Facultad de Medicina de la Universidad Finis Terrae, para optar al grado de Licenciada en Nutrición y Dietética. Santiago, Chile.
Revisado por: Dra. Loredana Lunadei el 11/11/2020
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