Publicado: 30/01/2016 - Actualizado: 11/11/2020
Autor: Mire Reyes
Hoy en día la constante preocupación por la salud y el peso de los niños nos ha llevado muchas veces a preguntarnos si debemos o no hablar de peso con los hijos. A veces es necesario hacerlo, pero otras muchas, creyendo que hacemos lo correcto, sin darnos cuenta podríamos estar afectando la autoestima de nuestros hijos.
Lamentablemente, criticar se ha vuelto una de las herramientas más utilizadas para provocar inseguridad a los más pequeños acerca de su aspecto, y esto, lejos de ayudar, los vuelve vulnerables a desarrollar problemas más serios tanto físicos como mentales.
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Cuándo hablar de peso con los hijos y cuándo no es necesario
Durante las etapas de la infancia y adolescencia no debemos olvidar que los niños se encuentran creciendo. Es natural que en algunos momentos tiendan a ganar un poco de peso extra, ya que su cuerpo se prepara para dar lo que comúnmente conocemos como un “estirón”, es decir, crecimiento en estatura. Así que no siempre es necesario hablar de peso con los hijos porque sus hábitos alimenticios pueden estar dentro de lo normal, aunque a nosotros puedan preocuparnos.
A los padres, muchas veces les preocupa que nunca vayan a adelgazar o que la condición del peso, sólo se agrave con el paso de los años… Pero, antes de adelantarnos a estas realidades, debemos acudir a un experto, para que evalúe el caso del niño. A veces, erróneamente podemos juzgar un caso de obesidad, cuando sólo se trata de un poco de sobrepeso, o incluso, cuando se encuentran en un peso normal para su estatura y edad.
Pero, descartadas estas situaciones, en el caso de que sí que creas necesario hablar de peso con los hijos, te dejo algunos consejos:
1. Evita ser ofensivo
En ocasiones, la situación del peso en niños puede ser preocupante, sin embargo, utilizar adjetivos como “gordo”, “ballena”, “panzón”, “tragón”, etcétera, no es para nada saludable para el niño. De hecho, estos adjetivos pueden afectar profundamente su amor propio, no es lo que esperan de una persona que respetan y aprecian como los son sus padres, y normalmente los niños que reciben estos adjetivos de sus padres, tienden a desarrollar sentimientos de rechazo y odio hacia sí mismos, provocándoles inseguridad en varios aspectos de su vida.
Por si fuera poco, este tipo de tratos y críticas destructivas, pueden agravar problemas con la alimentación, pues se trata de niños que no siempre saben cómo alimentarse, y creen que no tienen el poder de decisión para hacer algo diferente.
2. Cultiva el amor propio
Si te preocupa el peso de tu hijo, primero que nada, debes reforzar su confianza, enseñarle a aceptar su cuerpo, sus defectos, y que nadie es, ni nadie será nunca perfecto.
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Enseña a tus hijos a quererse y a cuidar de su cuerpo, a menudo, estas enseñanzas también deberás ponerlas en práctica, pues ellos, son excelentes aprendices del ejemplo.
3. Habla de la salud antes que del peso
Tal vez te sorprenda, pero es más fácil enfocar una dieta saludable, que una dieta para perder en los niños y jóvenes, si bien los jóvenes se suelen guiar más por el factor estético, a los niños, poco les interesa, aunque, si se les enseña a cuidar de su cuerpo, será más fácil que elijan alimentos saludables.
A la mayoría de los niños les gusta aprender, y no está de más, que juntos como padres e hijos, aprendan un poco de nutrición, de lo que es saludable y lo que no, de lo que los alimentos buenos le hacen a nuestro cuerpo.
Siempre procura enfocar tus metas en la salud y no tanto en el peso, pues sí, también van a perder peso si comen más saludable, pero recuerda que lo principal es que estén sanos.
4. Trabaja en equipo
Si tus hijos tienen problemas de sobrepeso, o incluso si toda la familia los tiene, es una buena idea que todos, incluso los que gozan de un peso saludable, se involucren en una dieta más sana.
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A veces puede que no sea ni necesario hablar de peso con los hijos. En ocasiones, hacer las cosas en familia y planificar entre todos una dieta saludable hará que tu hijo se sienta seguro con sus decisiones de alimentos. También sentirá el apoyo de los de su alrededor y, sobre todo, aceptación.
5. Hazlo divertido
Nunca, bajo ninguna circunstancia debemos olvidar que son niños, a ellos les gusta jugar, divertirse, e incluso pueden divertirse aprendiendo recetas simples y saludables que ellos pueden poner en práctica.
No te imaginarás lo divertido que puede resultarles, preparar un tazón de fruta con yogurt, aunque la ayuda que ofrezcan es mínima, para ellos su participación es algo memorable, y estarán más que felices de comer lo que han conseguido ayudar a preparar. Evita que las dietas sean extremadamente estrictas, pues, la alimentación saludable nunca debe volverse un castigo, debe ser una experiencia agradable y además, algo que puedan disfrutar.
6. No hagas de la comida chatarra un premio
Ejemplos como “Si no comes verduras, no tendrás el postre” o “Si haces dieta una semana, el fin de semana podrás comer lo que desees” pueden sernos útiles a manera de chantaje, pero estamos enviando un mensaje incorrecto: “La comida chatarra es un premio y por lo tanto es mejor”.
Es importante que tus hijos comprendan que es una alimentación con menos calidad pero ocasionalmente pueden consumir estos alimentos, sin que afecte a su salud. Este tema suele ser complicado ya que en un principio, ellos posiblemente lo verán con mucho entusiasmo, pero a medida que empiecen a disfrutar de recetas más saludables, el interés por estos alimentos se verá disminuido.
Referencias
- Ramos Morales, N., et al., 2006. Obesidad en la población escolar y la relación con el consumo de comida rápida. Index de Enfermería, vol. 15, nº55, pag. 9-12.
- Villagrán Pérez, S., et al., 2010. Hábitos y estilos de vida modificables en niños con sobrepeso y obesidad. Nutrición Hospitalaria, vol. 25, nº5, pag. 823-831.
- Salas A., M.I. et al., 2010. Tratamiento integral de la obesidad infantil: Efecto de una intervención psicológica. Revista Médica de Chile, vol. 138, nº 10, pag. 1217-1225,
Revisado por: Dra. Loredana Lunadei el 11/11/2020
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